La
cena debía ser perfecta. Tras quince días de flirteo, Elena, accedió a cenar en
casa. Solos. La cosa prometía, sobre todo después de indicarme que no soportaba
la carne. Eso simplificaba las cosas.
Los langostinos de Vinaroz habían
sido difíciles de encontrar, pero merecía la pena. Su sabor dulce y delicado
combinaba a la perfección con un Verdejo blanco bien frío de Rueda. Y con sus
ojos, de un verde esmeralda que me trajo recuerdos a mar mientras saboreaba el
primer langostino.
Los corazones de alcachofas con
almejas iban aderezados con un poco de pimentón picante, alegra el conjunto y
se deja acompañar por el blanco. Elena los aceptó regalándome una sonrisa. Yo
opté por un carpaccio de lomo ahumado extremadamente fino y apenas aderezado
con una vinagreta de alcaparras. Los ahumados son mi especialidad. La explosión
del gas que sonó al saltar el corcho de la botella de espumoso rosado, hizo que
Elena me regalara un gritito de sorpresa y satisfacción. Su plato y copa vacíos
me indicaban que todo iba sobre ruedas.
Como plato fuerte opté por servirle
unas kokotxas de merluza en salsa verde. Yo, por el contrario, me serví un
entrecot poco hecho aderezado en sartén con sal y pimienta y terminado con el
aroma del romero y la mantequilla con el que le daba los toques finales. Elena me indicó que llenara su copa con el tinto de
Ribera de Duero que acaba de abrir para acompañar a la carne. Su mirada, y el
comentario sobre lo agradable que era la escasez de ajo en las kokotxas para no
estropear la velada, excitaron mis sentidos al pensar en lo que me esperaba en
unos momentos. Empezaban a notarse los
efectos.
Cuando acabó con el coulant de
chocolate y resto de los vinos, Elena estaba ya tendida sobre la mesa metálica
del sótano. El frío que notó en su espalda la hizo estremecerse con un
movimiento lento. El narcótico había hecho su efecto, pues apenas se sorprendió
cuando me vio acercarme con el cuchillo de carnicero. De hecho, ni notó el
limpio corte que le seccionó la yugular. Tenía que ser perfecto para que se
desangrara de forma correcta y pudiera despiezarla adecuadamente.
Hoy, mientras disfruto de un Steak
Tartar apenas condimentado, me sorprende ver el dulce sabor de las
vegetarianas. Y aunque os pueda parecer que es una opinión personal, estáis
equivocados. Mis clientes aprecian su sabor en las hamburguesas especiales que
periódicamente pongo a la venta en mi carnicería. Las siguientes, prometo que serán de vegana.
Jesús
Coronado
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